Sostenibilidad: La historia de un futuro prometedor.

En este inmenso escenario llamado Tierra, la sostenibilidad emerge como un capítulo intrigante, una historia que aún está en proceso de ser escrita. Es la promesa de un futuro donde lo que hoy conocemos se funde con la eternidad. Pero ¿quién asume el papel de narrador en esta historia?

Allá por el año 1983, la Comisión de Brundtland entonó por primera vez el mágico concepto de «desarrollo sostenible». Cuatro décadas después, esta narrativa sigue enfrascada en un debate con otras tramas, muchas veces relegando a un segundo plano la conjunción equilibrada de sus tres dimensiones: lo social, lo económico y lo ambiental.

Nos encontramos en una encrucijada, donde priorizamos el crecimiento económico a expensas de esa armonía tridimensional. Con frecuencia, postergamos la preocupación por el medio ambiente y la comunidad hasta que amontonamos suficiente riqueza para llevar a cabo acciones «sostenibles». Pero aquí radica el error: la sostenibilidad no es el deber exclusivo personas con dinero, de corporaciones o gobernantes; es una historia que cada uno de nosotros está llamado a escribir en nuestra vida cotidiana, no es un lujo costoso, sino a menudo una serie de pequeños actos, como separar nuestros residuos en casa o escoger caminar para ir de compras.

En el mismo escenario, emergen personajes inesperados: niños y niñas que, con miradas llenas de sensibilidad, reconocen al medio ambiente como un protagonista esencial en la trama de sus vidas. Ellos reciclan, cuidan los animales, las plantas. Su despertar de conciencia desde temprana edad, son pequeñas semillas plantadas en el suelo fértil de un futuro habitable.

La sostenibilidad no debería ser vista como un capítulo aislado en nuestro relato, como una historia paralela que se ajusta a nuestra comodidad o capacidad económica. Más bien, es un ejercicio de conciencia sobre nuestro entorno y nuestra profunda interconexión con él. No somos islas, sino hilos que tejen la trama de la vida en la Tierra. Es así como debemos cerrar la brecha que nos separa del resto del mundo natural y permitir también su protagonismo, reconocerlo es esencial para garantizar nuestra propia existencia.

Y así, en medio de este relato épico, surge una pregunta que resuena como un eco: ¿Qué estás dispuesto a hacer para llevar la sostenibilidad a cada rincón del mundo? En cada elección cotidiana, en cada pequeño gesto, tenemos la oportunidad de ser los guardianes de un futuro habitable, un futuro que perdura. La sostenibilidad es una promesa compartida y, unidos, podemos tejer el hilo de una historia donde la vida florece en cada página.

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